“No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño.”

E. A. Poe

lunes, 27 de abril de 2015

Carlos siempre se quejaba de su estatura - soy un enano- se lamentaba.
Sus compañeros de clase siempre lo fastidiaban, le decían toda clase de apodos, desde jinete de perros hasta chichón de piso, pasando por peatón de maqueta e incluso Tarzán de bonsai.

Un día fue su abuelo a visitarlo en su casa y Carlos le contó a éste las burlas a las que era sometido. El abuelo le dio entonces una recomendación - juega un poco basketball- le dijo- yo era bastante bajo cuando tenía tu edad, jugué basket y mira, me hice alto. Inténtalo, pero no vayas a exagerar.
Al día siguiente Carlos desempolvó su balón y comenzó a jugar; jugaba a toda hora, dejó de dormir e incluso faltaba a clases para quedarse jugando solo en el aro que tenía en el patio de su casa.Jugó tanto que no sabe en qué momento dejó de caber en su cuarto, la casa en general se hizo muy pequeña para él por lo que durmió ese día en el patio.

A la mañana siguiente Carlos se fue a la escuela, su ropa le quedaba muy corta por la que se puso la de su papá, aunque la estiró un poco.

Cuando llegó todos lo veían diferente, con temor. Él comenzó a burlarse de sus compañeros -¿quién es el enano ahora?. Empezó a levantarlos y arrojarlos por todos lados, eran como hormigas para él, los humilló, pero de pronto, una de sus piernas se partió; colapsó por todo el peso que tenían que cargar ahora y aquel gigante cayó sobré el tendido eléctrico que estaba cerca del patio.

 Se escuchó una mezcla entre un zumbido y una explosión y con un destello terminó la existencia de Carlitos. Los compañeros comenzaron a reírse nuevamente y le pusieron un apodo con el que quedó identificado por siempre: "el bobo grande".


No hay comentarios:

Publicar un comentario